Ryszard Kapuscinski. Ébano. Fragmentos.
Ensayo / octubre 6, 2012

De ahí que en los lugares donde el cristianismo y el islam no se había implantado con fuerza, la riqueza de nombres que se ponía a la gente era infinita. En ello también se expresaba la poesía de los adultos, que dotaban a sus hijos de nombres como Mañana Fresca (si el crío nació al amanecer) o Sombra de Acacia (si vino al mundo bajo este árbol). En las sociedades que desconocían la escritura, con ayuda de los nombres se registraban los acontecimientos más importantes de la historia antigua y contemporánea. Si el niño nacía el día en que Tanganica había obtenido la independencia, recibía el nombre de Independencia (en swahili, Uhuru). Si los padres eran incondicionales partidarios del presidente Nyerere, podían llamar a su hijo precisamente así: Nyerere. De esta manera, desde hace siglos se ha ido creando una historia, no tanto escrita como hablada, con fuerte -por personal- grado de identificación: mi identificación con mi comunidad la expreso con el hecho de que el nombre que poseo glorifica algún acontecimiento inscrito en la memoria de un pueblo del que soy parte. La introducción del cristianismo y del islam redujo este rico mundo de poesía e historia al centenar…